Capítulo 3
Esa misma mañana de Junio, en un
instituto de la ciudad
Andrea y
Estela llegan pronto al instituto, la puerta principal seguía cerrada, y aún no
había salido el conserje para abrir la puerta. Estela se reúne con Ana, la más
salida del instituto. Su novio se llama Izan, el macarra de la clase, pero eso
sí, éste tiene en su interior su corazoncito, y eso se nota cuando está con
Ana.
Unos minutos
más tarde llega el primer autobús del instituto, de donde sale Tamara, alegre
por el último día. Ella es la niña de nuestro grupo, y nunca ha tenido novio. Es
muy alegre y muy positiva, y siempre apoya a sus amigas y siempre les saca la
sonrisa de la cara cuando están tristes.
Tamara le
saluda de lejos y se acerca a ella.
-Buenos días,
madrugadora- dice sorprendida- ¿cómo es qué estás aquí antes que yo?
Andrea ríe
con ganas. Últimamente nadie la hacía reír, solamente ella.
-Hoy no
quería llegar tarde.
En ese momento,
a Tamara le vibra la blackberry en el bolsillo. Tamara ve que Teresa le estaba
hablando por el Tuenti:
-Buenos días-
dice Teresa, y al lado de esta frase, una carita sonriente- Aquí estamos
Sandra, María y yo, pensando en quedar para ir al centro para animar a Andrea.
-Hola, ok
ahora estoy con ella, se lo digo.
-Ok. ¿Tú
puedes ir? yo voy a ir con mi novio porque había quedado con él antes y no
quería plantarlo.
-Pues eso no
lo sé, con las notas que me van a dar…
Teresa se
dirigió a Andrea:
-Las chicas
dicen de ir al centro por la tarde.
-¡Qué bien! Así
puedo ir a comprar en mi última tarde de libertad que tengo, porque después mis
padres me castigarán por las notas.
Tamara ríe
con mucha fuerza, tanto, que se oye por toda la calle, y una abuela que está
asomada en un balcón sisea para que dejara de reír tan fuerte. Tamara deja de
reír y de dirige a su amiga.
-A mí
también, tú tranquila.
Y vuelve a
hablar por el Tuenti con Teresa.
-Y… ¿Para qué
necesita animarse Andrea? Yo la veo bien…
-Anoche pasó
algo, o eso creemos. Queremos ir para poder hablar con ella.
-Ah, ok.
Unos minutos
después, para romper aquel silencio, Tamara aprovecha para averiguar algo de lo
que pasó en la fiesta.
-¿Pasó algo
en la fiesta?
Andrea no se
esperaba aquella pregunta, pero no duda en contarle lo que pasó en la fiesta.
Mientras Andrea se lo cuenta todo, Tamara no duda en escribírselo todo a
Teresa, que ya había llegado en el autobús, pero no había bajado.
-¿A quién le
escribes?
-A tu prima-
dice Tamara rápidamente- Está muy preocupada, y le estoy contando por el Tuenti
todo lo que me has contado, así te ahorras más explicaciones.
-Sí, gracias,
pero me hubiera gustado contárselo yo.
Justo en ese
momento baja del autobús Juan, que, dudándolo durante un segundo, se acerca a
Andrea.
-Hola… Oye lo
que pasó anoche…Que lo siento, estaba bajo los efectos del alcohol y…- dice
Juan sonrojándose por hablar de aquel tema, pero no era más que teatro.
-No pasa
nada- le interrumpe Andrea- Te pusiste preservativo ¿No?
-Sí- dice
Juan- siempre llevo uno por si acaso…
-No puedo.-
susurra Juan, pero en ese momento el conserje, por fin, abre la puerta a un
sinfín de nervios de alumnos que esperaban impacientemente acabar la evaluación
con buenas notas.
Andrea entra
hablando con sus amigas e intentando olvidar a la persona con la que acaba de
hablar y a todo lo que le estaba pasando.
Tamara se da
cuenta de cómo se siente su amiga y le abraza intentando animarla. Las demás,
al ver tal abrazo y a Andrea a punto de llorar, prefirieron no preguntar por la
conversación que ha tenido con Juan, y
se unieron al abrazo.
A María le
tocaba examen de Geografía, y se lo sabía perfectamente, y a Andrea, a Tamara y
a Sandra les tocaba el examen de física, al igual que Juan y Darío, que iba
detrás pensando en Andrea. Él ya sabía lo que había ocurrido, su hermana Silvia
se lo había contado.
Era cruel lo
que le estaban haciendo a la chica que amaba. Silvia le ha tenido envidia
siempre; por sus curvas, su pelo rizado y pelirrojo con mechas negras, su piel
suave y morena, labios carnosos, ojos verdes y brillantes, y preciosa, sobre todo
preciosa.
Juan le ama, sí, según él le ama, pero no de
la forma en la que le ama Darío. Juan sólo la quiere para una cosa, y ya la
hizo haciendo pensar que estaba borracho, aprovechándose de la mujer más guapa
que Darío había visto.
Juan iba con
su grupo pensativo, abatido por todo lo que le había hecho a Andrea, y por
haber caído en el chantaje de Silvia.
Hace cuatro días, en un lugar de la ciudad.
Juan camina deprisa hacia la casa de Silvia.
Sin saber por qué, Silvia le había dicho que quería estar con él cuando antes.
A él le encanta estar con ella.
Para él,
Silvia es un desahogo sexual, ya que Andrea no creía estar preparada, hasta que
Andrea se enteró de que se acostaba con Silvia. Él se sintió destrozado cuando
ella cortó con él, y realmente, se dio cuenta de que la amaba, y que le había
hecho mucho daño.
Pero ahora
está con Silvia, y ella es dulce y divertida, pero un tanto cruel e insensible.
Y a ella también la ama. Y ya no puede ocultárselo.
Juan llega al
patio del piso de Silvia. Es pequeño, pero entra bastante luz por las ventanas,
y bajo de ellas hay diversas macetas con flores de diferentes colores, dándole
al lugar cierto encanto.
Juan sube las
escaleras y llega al primer piso. A él no le gusta coger el ascensor, sea ático, o primer piso. Llama a la puerta, y enseguida abre una
persona que no se la esperaba.
-Hola Juan-
dice Darío, curioso por saber qué hace en su casa.- ¿A qué has venido?
-Me ha
invitado tu hermana, ¿puedo pasar?
-Claro,
adelante- dice Darío desanimado por aquella visita- Silvia está en el salón, yo
me voy a estudiar.
Darío hace
ver que se dirige hacia su habitación, y cuando Juan deja de mirarle, se dirige
al baño de al lado del salón sigilosamente para escuchar lo que dice aquella
pareja tan extraña.
-Si de verdad
me quieres, debes hacer lo que te pido- dice Silvia seductora- y… Además,
ganarías un buen premio.
Silvia se
acerca a Juan y le roza los labios con los suyos. Juan no puede resistirse, y
la besa con todas sus fuerzas durante dos minutos.
- Pero la
quiero- dice apenado separándose de Silvia.
- ¿Y a mí no
me quieres?
-Sí, pero no
quiero hacerle más daño de lo que le he hecho.
-Mira el lado
bueno- dice Silvia mientras se quita la camiseta verde escotada- tendrás el
doble de placer.
Juan,
excitado, se lanza a por Silvia, besándole en la boca y desnudándola poco a
poco. Ella se deja llevar.
Darío no entiende
cómo podía Silvia tener celos de Andrea. Ella era guapa, y podía seducir a
cualquier hombre con sólo una mirada fugaz y unas palabras excitables. Tiene un
color de pelo brillante, marrón, casi rubio, y unos ojos castaños preciosos.
Tras haber
visto aquella escena, apenado por su gran amor, se dirige al baño asqueado por
aquella escena y por su hermana. Enciende el grifo de la ducha y vomita en el
váter pensando en el daño que le iban a hacer a aquella chica que la tiene
embobado durante cuatro meses y medio.
Hijosdeputa!!!
ResponderEliminare_E Silvia mamonaza!! xd
ya me ha caído mal ajjaja xd