Capítulo7
Una
mañana de Junio, en un instituto de la ciudad.
Andrea se había separado del grupo para hablar con Darío.
-Andrea, quiero decirte que te quiero en persona, no me
basta con habértelo dicho por el Tuenti. Tengo palabras en mi corazón que me
gustarían expresarlas con un beso, pero no puedo, porque tú aún no me has
respondido, y si me dices que sí, haré todo lo posible para no perderte y
cuidarte y amarte como te mereces. Y si me dices que no, te lo volveré a pedir,
y así hasta que te enamores de mí, hasta que te des cuenta de que eres lo único
que me hace vivir, y que si no estás conmigo, no me imagino un futuro mejor… Te
amo, Andrea.
Andrea se queda sin palabras, no sabe qué decir, ni qué
hacer en ese momento.
-Darío yo…
-Sé que no me quieres y que Juan ha sido durante mucho
tiempo el único motivo por el que ha latido tu corazón, pero yo puedo hacer que
todo acabe, te entiendo y si no quieres empezar nada, esperaré, créeme que
esperaré.-Le interrumpe Darío.
-Darío, sinceramente, te quiero, sí te quiero, y me ha
costado mucho darme cuenta durante todo el tiempo que te conozco, Darío… Pero
necesito ir despacio…
Darío, al oír esas palabras, abraza a Andrea.
-No me importa lo despacio que vayamos, y esperaré todo
lo que haga falta, sólo quiero estar contigo…
Y se abrazan. Aquel abrazo es significativo para aquellas
personas, que ahora se transforman en uno, en una pareja.
-Vámonos
con los demás.-dice Andrea.
-Sí… Vamos…
Se dirigieron
hasta llegar hacia su grupo sin decirse ni una palabra.
-Bueno
chicos, ¿Alguno de vosotros ha visto ya la peli que vamos a ver?- dice Sandra
contenta.- Bueno, esperad un momento…
Sandra se
dirige hacia Luis dando pequeños saltos.
En un descuido, se tropieza y cae en brazos de Luis, que cae al suelo riendo.
-Menuda
forma de decirme buenos días, guapa.- dice sarcástico mientras caen de
frente. Sus labios están muy cerca.
Sandra no puede evitarlo y besa a Luis con desesperación. Llevaba enamorada de
él casi dos años, y no podía aguantarlo.
Luis,
sorprendido, se deja llevar. Aquel beso
no se lo esperaba, pero le gusta. Sí, o eso parece.
-Esto…
umm…- dice Luis después de haber saboreado aquel beso tan significante para él.
-¿No te ha
gustado?- dice Sandra un poco decepcionada.
Luis se
levanta y ayuda a Sandra a levantarse.
-No es eso-
dice mientras se acerca a Sandra.- Es que tengo novia.
Al oír
aquello, Sandra no quiere seguir hablando con él. No puede soportar mirarle a
los ojos. ¿Cómo no pudo preguntarle si
tenía novia? Claro, es normal que tuviese, con lo guapo que es…
-¡Lo
siento!- dice Luis mientras Sandra se aleja.
A Sandra se
le escapa una lágrima, que se seca rápidamente con la manga de la sudadera
de ’Al capone’ que ha estrenado hoy.
Se dirige
hacia el baño desconsolada, arrepentida de lo que ha ocurrido. Entra y comienza
a llorar desenfrenadamente. Alguien llama a la puerta.
-¡Ocupado!
-Sandra,
soy yo, Luis, anda déjame entrar…
Sandra
accede y abre la puerta. Este cierra rápidamente y pone el pestillo. A
continuación pone sus manos en la cintura de ella, que siente un escalofrío
cuando nota su aliento cerca de ella. Luis la besa pasionalmente. Con ganas de
sexo, de diversión, de pasión.
Sandra
intenta reprimirse. Pero no puede, sólo consigue formularle una pregunta a Luis:
-Luis, ¿No
tienes novia?
-Sí, pero
necesito estar contigo... Necesito… Sentirte…- dice entrecortado por besos y
caricias que le excitan.
Sandra
continúa sin poder parar, sabiendo que aquello no puede estar bien, pero nada
bien. Luis le quita la camiseta y siente su contacto piel a piel. En ese
momento suena el timbre para volver a
clase. Sandra pretende parar, pero no lo consigue. Su instinto le dice que
siga. Otro escalofrío recorre su cuerpo. Nota cómo le quita el pantalón
suavemente.
-Para.-
dice de repente Sandra arrepentida.
-Claro,
entiendo.- dice Luis abrochándose los pantalones.
-Es que
para esto ya tendrás a tu novia.- suelta Sandra en un arrebato.- ¿Qué tiene tu
novia para que le pongas los cuernos conmigo?
-Que ella
no es tú.- dice mirándola a los ojos.
-Pues si me
quieres, primero tendrás que cortar con ella, o con ellas…- dice dudando de él.
-El
problema es que la quiero, pero no puedo pasar ni un solo minuto sin besarte.
-Pues
decídete.
Tras esas
palabras que rompen la relación entre ambos, Sandra sale llorando del cuarto de
baño, pero sabe que ha hecho lo correcto.
Luis está
destrozado. No sabe qué hacer, y para ello tendrá que quedar con su novia para
aclarar sus sentimientos.
Saca el
móvil y marca el número de memoria. Mientras piensa qué decirle. De repente,
salta el contestador.
-Hola,
Tina. Quería decirte que tenemos que hablar en persona. ¿Cuándo quedamos?
Esa mañana de Junio, unos instantes
después, en otro lugar de la ciudad.
Tina camina
nerviosa por la calle. Aquel día no había sido para tirar cohetes: Hoy no le ha
salido bien el examen de Teoría Musical, se le ha roto el violín, y para colmo,
su novio decía de tener que hablar con ella de algo muy urgente. Aquel SMS la
ha alterado por completo. No sabe cuando pueden quedar, ya que prefería no
saber lo que le iba a decir.
Tina entra
en su casa y se quita la funda con el violín dentro en la mesa del salón. Está
deseosa de ir a la peluquería para cambiarse de look. Necesita un lavado de cara y una buena manicura.
Tina coge
el móvil y se sienta en el sofá. Todavía falta una hora para la cita con el
médico. Tiene una ligera sospecha de que hace ya casi dos semanas que la regla
se le retrasa. Y esto le ponía mucho más nerviosa. ¿Y si?... No, no puede ser.
Cada vez que piensa en que podría estar embarazada le pone los pelos de punta.
Tina mira
el móvil de nuevo. Tiene que responder el SMS de Luis. Lo coge y teclea una
fecha en concreto para verse. Sí, mejor mañana, así tendrá ya los resultados de
la prueba de embarazo. Se levanta y se dirige hacia su habitación. Se tumba en
la cama y cierra los ojos. Imagina su mundo con un hijo. ¡Y tan joven! ¡Madre
mía! Tiene miedo. Miedo de suspender. Miedo de sufrir. Miedo por él…
Abre los
ojos de repente, y mira el reloj de su mesita de noche. ¡Dios! Se ha dormido. Y
quedan un cuarto de hora para su cita con el médico.
-¡Mierda!- dice
mientras se calza con las zapatillas de deporte.
Sale
corriendo hacia el coche que tiene aparcado enfrente de su casa. Es un Ford
Focus negro brillante, y con una multa en el parabrisas… Lo que le faltaba, una
multa en el coche.
Tina coge
la multa y se mete rápido en el coche. Llega al médico justo a tiempo. Uf, por
poco… Se acerca al mostrador de
atención al cliente y ve a una enfermera leyendo una revista del corazón. Esta
deja de leer y atiende a Tina.
-Buenas,
¿Puedo ayudarle en algo…?
-Sí, soy
Tina Pozuelo. Vengo para la cita con el doctor Díaz.
-Ah, sí.-
dice la enfermera mirando su ordenador.- En seguida le atenderá, cuando salga la
última paciente.
-Gracias,
hasta luego.
-Hasta
luego.- dice la enfermera leyendo la revista con cierta curiosidad.
Tina se
sienta en una silla de plástico, no muy cómoda, y saca el móvil y se pone los
auriculares.
Unos
minutos más tarde sale la paciente de la consulta y sale también el médico y se
dirige hacia Tina serio. Tina se pone aún más nerviosa.
-Señorita Tina,
aquí tengo los resultados de sus pruebas. Está embarazada, enhorabuena.